Reminiscencia
'Requiem for a dream'
PELÍCULAS


Es el olor a las palomitas y su sabor salado los que me llevan directamente a las salas de cine. Como si de un recuerdo desbloqueado se tratase. ¿Será verdad que el efecto magdalena de Proust te devuelve lo que tenías olvidado?
Se cumplen veinticuatro años desde el estreno de uno de los mayores thrillers psicológicos: ‘Requiem for a dream’ (2000). El director estadounidense Darren Aronofsky nos regala esta cinta notable por su pirotecnia visual y sonora. Una viuda adicta a las píldoras dietéticas y un hijo dependiente de las drogas. Ambos, condenados a la búsqueda de su felicidad. Este film nos despierta el recuerdo de estar viendo ‘Perfect Blue’ (1997). En varias ocasiones, Darren ha confesado que llegó a pagar los derechos al director Satoshi Kon para incluir la escena en la bañera en su película porque, como ya dijo, “marcó su vida”. Diez años más tarde volvería a reincidir en ella con el estreno de ‘El cisne negro’ (2010).
La interpretación de Ellen Burstyn, como madre viuda de Harry Goldfarb, no fue “suficiente” para que esta película ganase algún Oscar. Ni el montaje, ni el ritmo, ni la banda sonora consiguieron colocar a ‘Requiem for a dream’ por delante del resto de largometrajes nominados. Hay quienes hablan del ‘ring’ (tongo) de Hollywood y de una ausencia de imparcialidad. Si algo cabe destacar de este filme es su fotografía. Matthew Libatique es el responsable de darle ese aspecto sucio y onírico. Acercándonos al imaginario de nuestros protagonistas e inducirnos en las adicciones de Harry y Sara. Veremos cómo caen rendidos en los brazos de Morfeo, al dejarse arrastrar por su drogadicción, a través del leitmotiv del plano detalle de una pupila dilatada o la jeringuilla inyectándose en sus brazos.
La cadencia acelerada y los cambios de ritmo de este largometraje son clave para presentarnos la paranoia, la desesperación y la obsesión que sufren los personajes por alcanzar su sueño. En el caso de Harry, su ambición por algo grande, eligiendo la vía fácil, le saldrá caro. Su madre, en cambio, busca una salida para sobrellevar la pérdida de su marido. A esto se le suma el anhelo por su juventud y, por ende, de su belleza. Esta logra combatirlo mediante la “dieta del pomelo”. Darren nos ofrece un paralelismo entre ambas realidades atrapadas por un sueño: evadirse de la realidad. En una sociedad donde la felicidad se mide por lo que tienes y la belleza pasa factura con el paso de los años, buscan la solución fácil e inmediata para alcanzarlo y alejarse de sus preocupaciones.
Las realidades de ambos nos muestran cómo las adicciones pueden hacerte esclavo y consumirte poco a poco. Como si quedaran atrapados por un sueño.